Y tus ojos como gotas en la lluvia, que se cristalizan con el frió de la soledad, tus boca tan esponjosa como copos de azúcar, que te endulza hasta la eternidad, tus manos casi sin uñas que me acarician con tanta suavidad, tu presencia que me desequilibra, me enloquece, me tranquiliza, me endurece.
Eres tan perfecto que asusta.