Si rompió alguno, le advierto que el mito de los siete años de desgracias es cierto. Pero, y este pero más que adversidad manifiesta alivio, si lo que usted ha roto es un espejo nuevo en el cual nadie todavía se ha visto reflejado, incluido usted, las consecuencias son nulas.
Sin embargo esto es muy difícil. Inevitablemente, todo espejo que se precie de tal, ha tentado incluso a los operarios que los fabrican para que se miren en él; así reafirman su existencia de este lado del mundo y del otro lado, el oscuro. A los espejos y a los relojes no les interesa otra cosa más que esclavizarnos. Pruebe, átese un reloj a la muñeca y cómprese un espejo de bolsillo, pero no lo preste ni lo rompa. Eso lo supo muy bien Marcelino D., un ex empleado de Narrow Mirror, famosa fábrica, única con garantía especial por roturas, luego del episodio que llevó a ese hombre al manicomio cuando, accidentalmente, rompió un espejo que hacía mucho tiempo que estaba en el depósito y no pudo recuperar nunca más ni su reflejo, ni su sombra, ni su libertad. Lo atraparon rompiendo deliberadamente cientos de espejos guardados al grito de ¡No sos vos soy yo! ¡Yo soy dios! Desde entonces, la empresa exige a sus trabajadores que jamás, jamás cedan a la tentación de observarse en sus productos.
Se puede observar al espejo, se puede ver lo que refleja, pero jamás es conveniente alinear la mirada propia con la de su reflejo, mucho menos si está expuesto en un lugar donde puede tentar a muchas personas. Cuando se produce la alineación con la mirada, la única reflexión lumínica que no se invierte, los espejos leen los pensamientos más sublimes y los alojan en la faz oscura, invirtiéndolos, y allí quedan almacenados hasta que se produzca su rotura. Es el momento en que salen a la luz, transformados en su negativo. Persiguen durante siete años a todos quienes se hayan mirado, no solamente a quien lo ha roto, causándoles tormentos psicológicos aterradores. Las pesadillas que se hacen realidad son los más comunes.
Procure siempre llevar su propio espejo comprado nuevo a donde vaya, y no se tiente mirarse a los ojos cuando pase por delante de alguno en el centro comercial, en un baño público, en casas ajenas. El único riesgo que corre de ese modo, es que le vendan uno recortado en el que se haya mirado Marcelino. Si se anima, raspe la parte de atrás y vea si tiene el logo de N.M. Pero eso corre bajo su responsabilidad.
PMF:
Con seguridad te digo : Una imaginación grande, absurda y a la vez delicada y sutil. Muy buen manejo del idioma. Te expresas clara y segura. No dudas en tus ideas. Una frescura no pretenciosa-intelectualizada, que hace que sea placentero y agradable seguirte por el camino que nos abrís en los relatos.
Conseguridad, te digo otra. Escribí mucho, todo el tiempo que puedas, para que la Patricia que está a medio salir, explote por completo. Y el público, agradecido y aplaudiendo, chocará las «B» con las «J», que vos y yo sabemos que son las mas bochincheras.
Lucrecia Mirad
Gracias Lucrecia, justamente sigo trabajando para pulir, mejorar; en síntesis, trato de seguir aprendiendo. Me llena de optimismo y ganas de continuar saber que logré entretenerte un ratito con la lectura. ¡Y a ver si logro los aplausos con mucho bochinche!
Saludos afectuosos
Patricia