Soy el ave que arrulla la mañana
con sus trinos que salpican los silencios
y evade los barrotes de esa jaula
para internarse en el azul del cielo.
Soy el nudo de esa cinta, desatado,
por la simple constancia de mis dedos
que buscan crear en un poema
la voz impredecible del misterio.
Y esa música que mece los latidos
del corazón que parecía muerto
para darle compases melodiosos
y transformar en jardines los desiertos.
Soy la lluvia que besa los trigales
y el rocío que duerme entre los pétalos;
la miel que endulza los panales
y el aire que sostiene cada vuelo.
Soy el color triunfal del arco iris
que se eleva sobre la tormenta
y la palabra tierna que consigue
diluir a la otra que es afrenta.
Soy un beso, una mirada y un suspiro,
la lágrima, el dolor y la tristeza;
soy la mano que a la tuya ha sostenido
y apartado la piedra en que tropiezas.
Soy sin embargo una frágil criatura,
sólo una chispa de ese ser Divino,
que ansía deleitarse con la obra
que el Creador ha puesto en su camino.
Elsa Edith Tébere
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