Collares negros colgaron del cielo
colgaron de un abuelo embalsamado
que habían olvidado en un garaje
las frutas no taparon su olor
las frutas no taparon su canción fúnebre
Abuelito dime tú!
Abuelito dime tú!
¿Dónde quedaron esas mañanas donde el café nos sacudía
con sus tiernos besos?
Esos días dónde no había muertos
ni fusilados en las calles
ni mutilados en las calles
ni hambrientos en las calles
esas mañanas en las que ya no recuerdo si había café
lo importante es que el sol entraba por la ventana
y nos abría el pecho en dos
y los gajos del pecho salían a llenar la cocina
de aroma a cítricos, espeso
y saturaba el aire
de un almíbar burlón y las papilas y las narices de todos se abrían hasta los árboles
y toda la carne se hacía del tamaño de un hongo gigante que nos cobijaba en verano
y los ómnibus nadaban en el hollín de los versos
y las plazas exultantes arrojaban jóvenes a los bancos para besarse durante eternas estaciones
y los más niños con sus palitas plásticas hacían agujeros que llegaban hasta un gran depósito
dónde las ideas les hacían cosquillas en los pies
y algunos animales bellos de pelajes intensos como delfines danzando
correteaban por el parque amarillo de los dedos.
Todo era tan primaveral y conmovedor que los autos se detenían o casi no existían para nosotros
bastaba con cochecitos que usaban las familias para ir de un puerto a otro
y andábamos descalzos por el barrio
porque todavía no habían regado el suelo de cuchillas
ni de bombas molotov.
Acerca de Federico Tinivella
Nació en Rosario en 1974. Es Licenciado en Comunicación Social y fotógrafo. Dicta talleres de fotografía en programas del Ministerio de Educación y en el de Innovación y Cultura de la provincia de Santa Fe. Es Subdirector de la Biblioteca Argentina de la ciudad de Rosario.
Le gusta la huerta, el aroma del cedrón y el orégano fresco, el sol sobre las hojas, el sol sobre los ojos, el sol sobre todo. Andar en bici, juntar hojas, los bodegones, caminar con Lua y Camila bien cerquita del río, escribir en papeles sueltos, preparar comiditas ricas, escuchar música y bailar con L y C con el volumen muy fuerte para que se espanten los vecinos. Juntarse con los amigos a charlar, comprar objetos artesanales, ollas, macetas, fuentes, mantas, pulóveres de llama, de fuego, de todos los colores. Pablo Dacal, Olga Orozco, Girondo, Araki, Kurosawa, Won Kar-Wai, Kusturika, Wenders, Leonard Cohen y los hermanos Cohen. Andar entre libros, entre libres, andar entre liebres. Reir con L, reir con C, reir con Carla, reir sobre todo. Ciudad de Dios, Vinicius y Marisa Monte, caipiriña, feijoada, camarao palito, le gusta Brasil sobre todo, pero también el campo y la gauchesca, esos festivales de doma y los ponchos y el humo que se escapa de los fuegos improvisados donde se cuece algo. También le gusta juntar hinojo para los conejos y enojo para los más viejos. Pensar, pensar, pensar y las empanadas de pescado en el Paraná viejo y ya que está Mar del Plata, sí, ese paseo en tiempo real por la infancia no tiene precio. Palabras favoritas: cochino, bardear, pelopincho, cascote, molinillo, aceituna, desplegar, tortuga, salvia, pororo, matete, bizcochuelo, chingolito.
Forma parte de las antologías: Delectación Nocturna, Los que siguen, Dodecaedro, Fin Zona Urbana, Pulpa, 19 de Fondo, Abat-jour, 20 años festival Internacional de Poesía, Cuentistas rosarinos, Masticables y Poemas del Sur.
En 2019, Baltasara Ediciones le publicó el libro de poemas "Pequeñas Casas".
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