Me sumerjo en selvas oscuras, corro por verdes praderas.
Los animales hablan, los árboles bostezan.
Mágicamente los ríos se detienen, y las plantas acuáticas danzan
junto a los peces formando estrellas o corazones.
Subo al barco del misterio, sigo agazapada al ladrón de la esmeralda, admiro la sagacidad del detective que pacientemente desteje la coartada del asesino, soy policía, en ocasiones soy ladrón.
Me visto con la piel de la joven enamorada, que aún así esquiva como un torero los embistes del amor.
Lucho a la par del niño que quiere librarse de las garras de un pirata, con pata de palo, gancho en lugar de una mano, sin su ojo izquierdo que cubre con un parche negro, aliénto fétido en su boca de pocos dientes, tiemblo…como tiembla el niño, cuando tan siniestro personaje se le acerca.
Puedo volar sobre un Pegaso y cruzar un pantano atestado de cocodrilos, correr en una olimpíada y cantar en el recital de la famosa banda.
Recorro el Olimpo, evitando a la malvada Medusa que puede convertirme en estatua por toda la eternidad, veo el poder de Poseidón y su lucha por conseguir el amor de Nereida Anfítrite.
Me desgarra la tristeza con la epopeya de guerras del pasado y noticias del presente.
Subo y bajo de esos mundos, vuelvo a la realidad que se impone… al cerrar el libro.