PERFUME

 

 

Permanezco  sentada en la misma silla en la que estaba cuando me gritabas que todo había terminado. Cuando te fuiste; y al cerrar la puerta me dejaste sola, con el olor de tu perfume evanesciéndose en el aire lentamente, como un adiós anexo.

Sola y quieta; frente a esta mesa en la que cenábamos cada día de cada semana. Solo
atino a desplomarme sobre ella  con los brazos estirados, como si fuera una cruz de cementerio  y a  llorar cuatro lágrimas frías y mezquinas como fueron nuestros últimos días juntos.

Cierro los ojos sin dormir, para aplacar la soledad del paisaje de esta casa sin vos. Imagino mañana, volviendo a casa después de trabajar y encontrarme con tu ausencia.

Mi cuerpo se aplasta todavía más, sobre la mesa.

Mis parpados se aprietan, como si la presión pudiese alejarte de mi mente y de mi alma. Los abro en un pestañeo lento y pesado. Tengo una visión horizontal de la tabla de la mesa. Tan próxima, que mis pestañas rozan la madera.  Mi dolor se distrae en los detalles. Está sucia de miguitas y restos de comida. Hay polvo.

Y una araña.

No me sobresalto. No hay sangre en mi cuerpo que me haga reaccionar. Estoy inerte. Con un resto de curiosidad me pregunto cuánto hará que es mi compañera sobre este territorio y si habrá sido testigo mudo de mi infierno.

Pestañeo, aclaro mi mirada, viene hacia mí, cautelosa, y osada a la vez. Estamos las dos sobre la tabla de la mesa, mezcla extraña de único universo y patético ringside. Respiro profundo, desahuciada. El aire que entra a mis pulmones trae aun resabios de tu olor, de tu perfume, que agrega más dolor a mis dolores. Estoy quieta, paralizada por el duelo de tu ausencia. Mi cuerpo muerto y una araña viva frente a frente, sobre una estúpida mesa en una estúpida noche.

La veo trepar prudente, por la curva de mi muñeca. Se desplaza  lenta y torpe, enredada en el vello de mi brazo. Algo la detiene Quizá la tibieza de cuerpo le hace encender sus
instintos de alerta. Quizá no estoy tan muerta como yo mismo quisiera.Quizá mi piel huela a desconfianza.Mi cuerpo se crispa por un ardor  rabioso que turba mis acciones. Siento un poderoso torbellino interno, una vorágine de indignación, tristeza, soledad y abandono que me lleva al odio.

No tendría que haberte concedido el honor de ese portazo. Tendría que haberte echado mucho antes. Seguramente, si hubiera tenido el valor de hacerlo. Si no me hubiese ahogado en tu perfume.

Obedeciendo algún instinto sin razón, mi mano se alza soberana, y cae pesadamente sobre el brazo. Sólo un ruido sordo delata el movimiento de caída. Aplasto a la araña de un palmazo. Siento un pinchazo leve y un ardor molesto.

Ambas quedamos tiesas, inertes y solas, mientras  que su perfume en retirada,
deja entre nosotras,  un repentino olor a muerte.

Acerca de Lucrecia Mirad

Soy arquitecta y escritora. Dirijo y coordino el taller Laboratorio de Autor. En los veranos leemos en la Pretemporada Literaria. Escritora de novelas y cuentos cortos. Tambien incursiono en textos ensayísticos y por respeto a la poesía, ni lo intento. Batón y Poder, Fragmentos, Crimen en el Pasaje y Crónica de una Resurrección se llaman mis novelas. Tengo premios por cuentos cortos y muchos de ellos estan compartiendo antologías nacionales e internacionales. Nací en Casilda, viví en España y en Italia, y ahora en Rosario. Mi sangre árabe me hace nómade y mi sangre catalana me hace austera. Soy una alquimia de Mayo francés, hippie recargada, madre too much,compañera de mi compañero y terca. Soy tercamente optimista, por eso estoy aquí.
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